Los microsegundos que tarda nuestro cerebro en registrar de forma consciente las emociones, es un punto clave, es donde debemos aprender a saber cómo se siente la emoción en nuestro cuerpo, a leer esas diferencias que harán la diferencia en la interpretación, por ejemplo, imagines que vamos caminando por la calle y que hay poca gente, y tal vez, vayamos disfrutando esa caminada sin prisa, pero de repente nos percatamos que una persona se acerca a nosotros corriendo y se mira agitada, al captar esta situación nuestro cerebro reacciona mandando adrenalina a todo nuestro cuerpo, siendo una primer respuesta, la manifestación, por ejemplo, de taquicardia, nudo en el estómago, calor en las manos o cabeza, o bien, en los pies para poder correr, entre otras, teniendo una reacción que no podemos controlar de inicio, estas respuestas fisiológicas indican la emoción por el evento externo, y en esas milésimas de segundos es cuando el pensamiento debe entrar en acción y dar desde la razón una salida menos perturbadora como podría ser el gritar, el paralizarnos, el temblar, etc., y siguiendo con este ejemplo, podemos hacer consciente la respuesta fisiológica que genera mi cuerpo para que a la vez, comience a decidir mi reacción, esto sucede casi de forma simultánea, siendo la intención, lograr una respuesta consciente y que no nos perjudique, por ejemplo, la reacción puede ser, movernos hacia un lado para que no me afecte su paso por mi espacio personal; lo importante será tomar la decisión con la cuál salgamos menos afectados, o en su caso, que afectemos menos.
Lo anterior es un constante en la práctica, no se da al primer intento, pero cada vez que lo intentemos, podemos ir mejorando la manera de darnos cuenta de nuestras emociones, y al poder hacerlas conscientes, las dejo fluir y me libero de esa energía. Para seguir esta práctica, es importante saber que somos una conexión de cuerpo/mente, lo cual quiere decir que nuestro cuerpo expresara todo lo que se genere en la mente, ya sea consciente o inconscientemente, por ejemplo, cuando nos contenemos y no decimos algo que nos molesta, nuestro cuerpo puede reflejar esa incomodidad expresando dolor en la garganta, estreñimiento o sobre peso, de alguna manera, sino hago consciente esa emoción o no le doy la importancia necesaria, se reflejara en mi cuerpo, y eso implica que habrá un síntoma, y aunque los síntomas son maravillosos, pues nos hacen cambiar, eso también indica que no estoy permitiendo que fluya la emoción.
En este sentido, es algo que debiera pasar en cada uno de manera natural, sin retener o contener, pero, creencias, prejuicios y hábitos de pensamiento negativos, son los que interfieren en ese fluir y nos atoran; imaginemos que observamos un árbol, podemos darnos cuenta que crece y se expande sin temor, que cada estación del año le deja evolución, aprendizaje y crecimiento, y no se resiste, al contrario, se deja florecer, se deja secar, permite que sus hojas se vayan al caer, entre muchas otras cosas. Si lo reflexionamos, también el cuerpo humano es sorprendente como la naturaleza, así que aprendamos a dejarnos fluir desde las emociones para poder controlarlas; una maravillosa practica para complementar este trabajo de evolución, es la disciplina del Tai chi, con ella podemos aprender a controlar nuestro cuerpo en un perfecto eje, probando controlar el cuerpo para el control de la mente. Esta disciplina es un trabajo desde el exterior, y lo mencionado en párrafos anteriores, es una práctica interior, si nos apoyamos de ambas, comenzaremos a vivir nuestra propia evolución.
Dalia Balderas
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