En este sentido, la única intención de aprender a poner límites, es cuidarnos de no permitir ser penetradas por cualquier hombre, debemos ser conscientes de este auto cuidado para lograr el deseo de sanar, y dejar de hacer daño a nuestro cuerpo con pensamientos, malas relaciones o ponernos en peligro; especialmente enseñarlo a nuestras jóvenes para que, a través de enseñar, nosotras sanemos también. Recordemos que, si permitimos la intimidad con cualquier hombre por ocasión, sin lazos afectivos, esté acto consume mi energía vital y menosprecia mi poder y mi fuerza creadora. La matriz es un centro de percepción y toma de decisiones; es el centro energético y sede de la vitalidad del bienestar y el ánimo, cuna de nuestro instinto y fuerza vital, lugar sagrado con el que necesitamos reconectar y ser plenamente conscientes de su extraordinaria fuerza generadora de vida.
Y ¿Por qué cuidar con quién estar en esta sagrada intimidad? Porqué es parte de sanar nuestras generaciones y sanar nuestro presente, ya que cuando una mujer tiene relaciones sexuales con hombres de energía egoístas, que no aman y solo buscan su propio placer, acentúan heridas sobre nuestra parte femenina. La mujer que da sexo a cambio de amor, paga un precio: suele enamorarse al practicar sexo porque su naturaleza es amar en las relaciones sexuales, se abre para recibir y después se siente vinculada, se engancha con ese hombre que solo busco su propio placer. A lo largo de mi experiencia en consultorio he escuchado el dolor que genera el no sentirse amadas en la relación sexual, y sí, hasta utilizadas, generándose heridas sexuales y diferentes síntomas físicos y psicológicos (depresión, inseguridad, desvalorización, ansiedad, culpa) hay algunas frases en común entre las consultantes “me siento como un desechable” “solo fui un objeto” “me utilizó”, estas frases describen la desvaloración y perdida de amor propio que se genera en las mujeres al relacionarse con hombres que no sientes amor hacia ellas, o que, solo buscan su fantasías de auto satisfacción.
La propia mujer se daña cuando actúa desde un patrón masculino, con una sexualidad superficial desligada del corazón al permitir que el hombre la use para descargar y aliviar su tensión sexual, en un acto sexual que es una forma de masturbación. Ahora bien, aquello que no es bueno para ella tampoco puede serlo para él, tengamos en cuenta que ese mismo trato poco considerado él lo tiene consigo mismo, aunque no sea consciente también está agrediendo a su ánima, su parte femenina.
La pelvis es un contenedor de energías físicas, emocionales y espirituales. Es la zona de la creatividad, expresividad, sensualidad. La matriz es depositaria de la historia sexual, tanto de las buenas experiencias eróticas como las traumáticas. La pelvis refleja la sexualidad, la capacidad para enraizarnos y encontrar nuestro lugar en el mundo. Disfrutar de una pelvis sana posibilita a la mujer gozar de una buena sexualidad satisfactoria y plena.
Por todo lo anterior, es que hemos creado retiros de sanación sexual a través de nuestra escuela Tao University. Teniendo el objetivo de sanación sexual y trabajo del sentido de valía.
Psic. Dalia G- Balderas
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