Tiene propiedades curativas como tónico, antiséptico, febrífugo, astringente, antioxidante, digestivo, antibiótico, anestésico. Es efectiva para tratar afecciones como paludismo y malaria, diarrea, fiebre amarilla, dolores menstruales, dolor de muelas y dientes, dolor de estómago, dolor de cabeza y neuralgias, baja la fiebre, calambres y trastornos musculares, bronquitis, espasmos gastrointestinales, mejora la digestión, favorece la secreción gástrica, anemia, raquitismo.
En nuestro país se usa para tratar la enfermedad de la úlcera gástrica, pero también es un buen remedio para infecciones de las vías urinarias, desinflama la próstata, los riñones, la vejiga, desbarata las piedras del riñón y de la vesícula, desinflama el hígado. Tradicionalmente la ailé se ha empleado como antitérmica en síndromes febriles y gripales y, de manera local, para el tratamiento de las afecciones del cuero cabelludo que cursan con descamación.
Antipalúdica, digestiva, febrífuga y tónica amarga. Sus principales usos curativos son: contra el paludismo, las fiebres, la anemia y las afecciones del corazón.
Mejora la función digestiva y tonifica el estómago y el intestino, favorece la absorción y el aprovechamiento de los nutrientes, por lo que es útil como tratamiento de las condiciones de anemia, clorosis (enfermedad producida por deficiencia de hierro en la dieta, y caracterizada por anemia con palidez verdosa y otros síntomas) y debilidad general del cuerpo ocasionadas por enfermedades caquetizantes (éstas causan desnutrición), como la tuberculosis y la diabetes; y por enfermedades infecciosas, como el paludismo, o por la dispepsia (mala digestión) crónica.
Fuente:
Herbolaria Universal
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